martes, 25 de diciembre de 2012

El futuro de la televisión pública

Esta tercera entrada la dedicaremos a mostrar una visión de la televisión pública y privada española en la actualidad. 

1.  

La televisión llamada pública nunca ha ejercido como tal, ni los canales autonómicos, estatales o locales. Carentes siempre de pluralidad e inmersos en una búsqueda constante y contradictoria de ganar dinero, de conseguir cuota de pantalla y servir al político de turno en el poder, algo que no compagina con su supuesto servicio al ciudadano.
Unos medios dependientes de la voluntad política no pueden aportan ninguna utilidad a los españoles, salvo la de hacer de altavoz y ser un continuo despilfarro de dinero, como demuestran unas cifras astronómicas de gastos, que bien se podrían esforzar en explicar a donde van a parar, por ejemplo mediante auditorías económicas anuales.
Estamos abonados a la fuerza a una televisión gubernamental que reproduce unos servicios que ya nos prestan las televisiones privadas. ¿Acaso las películas, las series o el fútbol de Televisión Española son un servicio público? España no está en situación de derrochar dinero y menos los 152 euros por hogar que cuestan las televisiones públicas según el V Informe Económico sobre la Televisión Pública en España.
Si gastan a espuertas el dinero de los españoles y no aportan nada ¿Para que las queremos? ¿Para qué sirven? Incluso las redes sociales hacen mejor las veces de servidor público que este modelo de televisión.
Actualmente los únicos con ganas de mantener la televisión pública son los directivos, los periodistas y los políticos. Todos ellos con intereses bien claros y definidos. 
Hace tiempo que desde estos medios no se promueve el conocimiento, no se garantiza información objetiva, ni la libre expresión de opiniones, por tanto no hay otra solución que la privatización, aunque eso sí, convendría encontrar la manera de que los ciudadanos no tengan que pagar por un servicio que no han recibido y lo que es peor todavía, pagar por la mala gestión del mismo.
Enlaces de interés:



http://www.youtube.com/watch?v=rPcxTaV4duw  : Debate en Libertad Digital

Andrés Rodriguez 

2.
La televisión pública nos muestra una realidad engañosa, un espectáculo, donde los políticos mueven sus fichas de ajedrez a su merced. Desde los inicios de Televisión Española en 1956, hemos podido apreciar diferentes presidentes e ideologías que han “manipulado” la cadena a su imagen y semejanza, seleccionando a los directivos convenientes e inflando sus salarios, evitando a toda costa hacer un buen uso del periodismo. Así ocurría, estos últimos meses, con la entrada a la presidencia de Mariano Rajoy, se ha renovado la plantilla que tras casi ocho años, sus amigos los socialistas, han forjado, acercándose mas a contenidos de la televisión privada, que propiamente pública, para intentar aumentar la audiencia. 

Un ejemplo, que causó polémica, fue la cesión de la periodista Ana Pastor de TVE, quien se encontraba al cargo del programa: Los desayunos. Una periodista que hacía periodismo real, con preguntas directas y claras, poniendo en apuros a sus entrevistados, la gran parte políticos de este país. Por su trabajo, los de arriba, han hecho que Pastor, sea “censurada” para evitar el compromiso de sus entrevistados a la verdad que desean los ciudadanos saber.


Otro caso, de actualidad en estos momentos, es la mala gestión de la televisión autonómica Telemadrid. Más de 900 trabajadores de la información de esta supuesta televisión pública van a ser despedidos, provocando casi el cierre de la cadena. La culpa, desde mi punto de vista, y creo que el de muchos, es su ya expresidenta, Esperanza Aguirre, que ha “metido” enchufados a todos los que ha podido, con unos salarios desorbitados y con una gestión nefasta y fraudulenta. 

En conclusión, el concepto televisión pública no existe como tal, simplemente es un calificativo para mostrarnos que tenemos “algo” gratuito, pero que en verdad otros muchos se están beneficiando de nuestro dinero, robando y ganando mas que el presidente del gobierno, haciendo un mal uso y una mala gestión, ofreciendo, en muchas ocasiones, contenidos pésimos y censurando otros muchos. Parece que la libertad de expresión en al ámbito público sigue en una etapa retrógrada y anticuada, donde la censura sigue al pie del cañón y nosotros los títeres que tragamos los errores de los malos políticos.  

Rosa Torres 

3.





La televisión pública española no existe como tal. Nunca ha existido. RTVE y todas las emisoras o canales dependientes de la corporación mayor han respondido a intereses partidistas a lo largo de la democracia. Siempre se ha utilizado como un instrumento de poder al servicio del partido mayoritario, de manera más sutil o más explícita, para ganar votos, para manipular y moldear la realidad de la sociedad española en algo más o menos conveniente. Ellos han orquestado un supuesto servicio público maravilloso durante años y nosotros hemos aplaudido.  

La idea de la televisión pública honesta, independiente y pluralista en España nunca se ha dado y bajo las circunstancias socioeconómicas actuales, y también las circunstancias políticas, lo más probable es que nunca se dé. Todos los gobiernos en mayor o menor medida han hecho y desecho la Corporación de Radio Televisión Española a su antojo por más de 30 años ya, nombrando a dedo a consejeros, y así sucesivamente a directores y redactores jefes, aquí y allá.

Seguramente en algunos momentos ha sido menos obvio que ahora, quizá desde la transición hasta los años ochenta nos parezca ahora más independiente, pero siempre ha sido un escándalo, hasta el punto de ser considerado un ejemplo de ello en instancias europeas.
El modelo de las televisiones públicas autonómicas ha estado mal planificado también desde el principio, muchas de las televisiones acumulan una deuda muy alta a la que no podrán hacer frente. Un ejemplo de mala gestión es Telemadrid: seguramente la emisora madrileña pase a manos privadas debido a su pésima gestión en los últimos años. Telemadrid durante el mandato de Esperanza Aguirre fue un ejemplo perfecto de la manipulación de un servicio, en teoría público, con fines partidistas. La deuda difícilmente pueda ser afrontada sino son de carácter privado, porque difícilmente vendrán de la administración pública o de las comunidades autónomas, también hasta el cuello.
Incluso muchos se aventuran a pensar que lo más probable es que muchas de las televisiones públicas españolas dejen de existir, incluyendo a Telemadrid, y otras televisiones autonómicas, salvo las que están dirigidas a aquellas regiones autonómicas que tienen idiomas propios y TVE. 
El servicio público que debe prestar toda televisión pública es obvio pero en España han transcurrido más de 30 años y siempre se ha pasado por alto. Esa idea de televisión pública al servicio de la democracia, con ideales pluralistas, al servicio de los ciudadanos, que son al final los que mantienen económicamente el servicio, ahora mismo no es posible. En el contexto del panorama político español,  si las principales fuerzas políticas siguen pensando que la televisión es un simple instrumento que se controla desde La Moncloa a diestra y siniestra, la televisión pública no será pública jamás.
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                                                                                                                                  Joaquín Valentín 

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